Desplazamiento a Caravaca

Voy a intentar no extenderme demasiado en la crónica de un viaje del que tan nefasto recuerdo nos llevamos todos los oviedistas que nos metidos 22 horas de autobús en un total de 32.

Salida de los 9 buses puestos por el ayuntamiento a las 12 de la noche, entre los que se encontraban los 2 de SYMMACHIARII. Viaje eterno sin muchas novedades, entrando el bus nº 2 de SYMMACHIARII para recoger a la decena de miembros del grupo residentes en Madrid que nos acompañarían hasta Caravaca.

Llegamos al pueblo en cuestión, se repartieron las entradas y el oviedismo se dispersó por los distintos bares del lugar. La mayoría del grupo se instaló en una plaza donde pasaríamos un par de horas bebiendo y cantando, hasta que nos cansamos. Luego, por el centro del pueblo, nos reunimos en otro bar, más propio de los 70, y allí ya se empezó a descontrolar un poco más la cosa. Mucho alcohol, muchos cánticos, bengalas, baños en la fuente y, en definitiva, pasión oviedista.

2 horas antes del encuentro y con la intención de recibir al autocar de los futbolistas, fuimos en corteo hasta el campo, allí esperamos pacientemente ante el alucine de los seguidores locales. Cuando llegó el bus fue la locura, un pasillo humano les recibió a grito de "Oviedo, Oviedo", banderas al vuelo y alguna bengala dando la bienvenida a nuestros futbolistas, que llegaron a los vestuarios habiendo recibido previamente un buen número de palmadas, abrazos e incluso besos.

Poco a poco, los oviedistas fuimos entrando al campo, situándonos los miembros de SYMMACHIARII, en la grada más lejana a la puerta de entrada. Desde antes de que comenzara el calentamiento, se empezó a animar a un gran nivel, todo el mundo muy concienciado y sin sufrir las consecuencias de llevar gritando ya desde hacía unas cuantas horas.

Poco antes del partido, los niños y los "chulitos" del pueblo que teníamos al lado, en un arrebato de originalidad, nos tocan las pelotas con gritos de "esportin, esportín" y demás subnormalidades, enseñando uno de ellos una bufanda del referido conjunto de 2ª división, lo que provoca que unos cuantos salten la vaya y se vayan a su zona, por lo que las 200 personas que, más o menos, había por allí, reculan y se apiñan lo más lejos de nosotros, momento en el que llegan efectivos de la Guardia Civil que nos expulsan de su grada y nos llevan a la nuestra, eso si, con el ambiente ya muy caldeado, sin que fuera esa nuestra intención, que bastantes ganas teníamos nosotros de problemas con las caravaqueños.

Salida del equipo y buen bufandeo acompañado de confeti, material pirotécnico que habían traido la sección Madrid y la Brigate y las 80 banderas que esta última sección estrenaba en este partido. Muy pero que muy buena animación todo el partido hasta el tercer gol (destacar a Nacho, Edu y Juve que tiraron del carro sin parar y supieron llevar acertadamente la grada incluso en los momentos más difíciles), momento en el que ya se bajó los brazos y donde tan solo unos pocos mantuvieron el tipo, mientras los incidentes se sucedían por lanzamientos de bengalas al cesped, mamomenos continuos con los aceituneros y un desorden total que esperemos no acarreen conseucencias negativas a los miembros del grupo identificados.

A la conclusión, enfrentamientos con algunos seguidores locales que querían vacilarnos a la puta cara, se esperó a los futbolistas y, en especial, a Carrasco y a Alberto González, con los que tuvimos nuestros más y nuestros menos mientras se comían plácidamente un pincheo a la conclusión del partido, mientras los futbolistas aguantaban ellos solos el chaparrón, algunos de ellos como Aulestia, Armando o Jose Luis con lágrimas en los ojos.

Al final a las 9 y media, emprendimos viaje de vuelta, sin participar en los incidentes que cobardes seguidores del Ciudad de Lorqui y del Rayo Vallecano tuvieron con peñistas azules, a los que atacaron con bates de beisbol, cadenas y demás, rompiendo las lunas de algunos autocares.....valientes mamones a los que el tiempo pondrá en su sitio. Entramos en Madrid, donde nos perdimos, para dejar a la gente de allí y llegada a Oviedo casi cuando el bus del equipo, a las 8 de la mañana, observando las pintadas que se hicieron por la noche en el Tartiere.

De allí, muchos para la cama pero otros tantos a currar, teniendo alguno de ellos que coger un autobus para ir a currar hasta Santander, todo un ejemplo de oviedismo el de esta gente.

Ahora solo nos queda apelar a la heroica.